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El País de los Libres y Hogar de los Valientes Ha Devenido un Lugar de Autoceñsa: ¿Por qué Los Americanos Temen Hablar con Su Mente?
Dos tercios de los estadounidenses dicen que temen expresar sus pensamientos en público, un fenómeno que se ha vuelto más común durante las dos últimas décadas, con 6,5 millones de personas autocensurándose antes que expresarse libremente.

¿Los estadounidenses tienen miedo de expresar sus opiniones? Dos tercios de nosotros decimos que tenemos miedo de decir lo que creemos en público. Un estudio que siguió a un millón de personas durante 20 años, entre 2000 y 2020, muestra una desalentadora tendencia. La falta de coraje para hablar ha aumentado en 6,5 puntos porcentuales. Siempre hemos tenido miedo de ser rechazados por la tribu. Ahora enfrentamos el fantasmaeo, el canceloamiento y, lo peor de todo, el fantasma-canceloamiento. Para evitar estos males, nos autocensuramos. Los oradores públicos corren un peligro particular. Los líderes de opinión deben compartir verdades incómodas, sorprendentes o revolucionarias con los espectadores o riesgan aburrirlos a muerte y no brindar ningún valor útil. El riesgo es tres veces mayor para los oradores porque su tribu, la que quiere aceptarlos, está frente a ellos. La aceptación o rechazo es palpable y ocurre en tiempo real. Necesitamos escucharnos entre nosotros. Necesitamos poder escucharnos incluso cuando decimos cosas difíciles. Tal vez especialmente cuando decimos cosas difíciles. Para lograr eso, necesitamos regresar a algunas reglas básicas en la esfera pública que han sido víctimas de la partidismo reciente. Debemos acordar que los hechos importan. Debemos acordar que el respeto importa. Debemos acordar que es importante escuchar primero para entender, y solo después de haber entendido, ofrecer puntos de vista diferentes con pensamientos considerados. La famosa frase de Evelyn Waugh ‘entender todo es perdonar todo’ nos hace falta en nuestro mundo actual. Necesitamos ser un poco más generosos.
El país de los libres y hogar de los valientes se ha convertido en un lugar de autocensura, ya que dos tercios de estadounidenses admiten temer expresar sus creencias en público debido al miedo a la rechazo por parte de los demás. Este fenómeno tiene sus raíces en antiguos instintos, como el miedo a ser expulsado del grupo tribu, que podría llevar a la muerte en tiempos prehistóricos. Las formas modernas de rechazo, como ‘flebotomizar’ o la cultura del cancelamiento, pueden no suponer una amenaza literal a la vida pero aún pueden sentirse devastadoras. Esta autocensura es particularmente peligrosa para los oradores públicos y líderes de opinión que necesitan compartir verdades incómodas con el público. Para abordar este problema, es crucial que regresemos a algunas normas básicas en el espacio público: 1) Debemos acordar sobre la importancia de escuchar primero para entender. 2) El respeto debe ser un aspecto fundamental del discurso público. 3) Los argumentos ad hominem no tienen lugar en un debate civilizado. Al adherir a estos principios y tratar unos a otros con respeto, podemos fomentar un entorno más productivo y constructivo para discutir cuestiones importantes.
Vivimos en una tierra de autocensura donde dos tercios de estadounidenses temen expresar sus opiniones debido al rechazo del público, un instinto arraigado en realidades antiguas. Para evitar el rechazo, autocensuramos, especialmente los oradores públicos que corren el riesgo de perder la atención y la voz del público si no comparten verdades incómodas. Necesitamos regresar a reglas básicas: las hechos importan, importa respetar, escucha primero para entender, y acepta que los argumentos ad hominem carecen de lugar en el discurso público. Sólo al hacerlo podemos desarrollar soluciones útiles y trabajar juntos de manera efectiva. Como dijo Evelyn Waugh, ‘comprender todo es perdonar todo,’ una generosidad que desesperadamente necesitamos en nuestro mundo hoy.